Ayer, una exalumna en Facebook se quejaba de
algo que yo he sentido también: su serie favorita había llegado a su fin y ella
sentía un vacío en su vida. Le escribí apoyándola y diciéndole que me
solidarizaba con su problema, que yo también había pasado por ese drama.
Como ya lo había escrito cuando me refería a
la serie “Breaking bad”, desde hacía años yo no miraba televisión en serie, o
mejor dicho, desde que era niño o adolescente no me había vuelto a fijar en
algún programa de T.V en especial. Creo que “Alf” fue lo último que seguí con
cuidado.
Últimamente de unos seis años para acá he
sido fan de la comedia “The big bang theory”, y pare de contar. Sin embargo,
por puro morbo me vi en la tarea de mirar todos los capítulos de todas las
temporadas de aquella serie que mostraba a un profesor de química que se
convierte en narcotraficante.
Cuando la serie terminó experimenté un vacío
en mi vida y comencé a revisar qué series estaban de moda o eran populares para
llenar ese vacío ¿existencial? En efecto, comencé a ver “Game of thrones”, “House
of cards”, “Mad men”, “Orange is the new black”, “Homeland”, “Mozart in the
jungle” y muchas otras.
Siempre me pasa lo mismo, cuando acaba la
bendita serie siento esa desazón que describía mi exalumna en Facebook, ¿y
ahora qué hago? ¿Qué serie será buena? ¿Qué rumbo cojo? ¿Qué será de mi vida?
Me he tomado el atrevimiento de preguntar, de que me hagan recomendaciones y
efectivamente me las han hecho, series de todos los pelambres, para todos los
gustos.
La adicción a las series de televisión que
pasan por Internet es nueva, por lo menos para mí. Cuando era niño veía mucha
televisión, pero con el tiempo esa afición se fue diluyendo por otras
aficiones: el fútbol, la música, la radio, la lectura, caminar, etc. Yo creo
que tener la oportunidad de ver más de un capítulo en el mismo día, cuando uno
quiera y tener la oportunidad la repetirlo es lo que genera esa adicción.
Obviamente que no he dejado la lectura, ni mi
gusto por caminar o por escuchar música, pero, tengo que reconocerlo, cada día
busco una nueva serie, pregunto por aquí y por allá, veo rankings, escucho
chismes. Empiezo a ver series pero no todas me enganchan, no todas me gustan,
no todas llenan ese vacío interior. Veo el primer capítulo, algunas ni siquiera
pasan esa primera prueba; otras llegan al segundo, otras incluso al tercero,
pero ni modo cuando la serie es regular es regular.
No todas las series son buenas ni están
diseñadas para que a mí me gusten, me obsesionen, me calmen esa ansiedad.
Muchas son muy infantiloides, muchas son muy cool, muchas son muy pendejas,
muchas tienen guiones regulares, muchas son despedidoras. Encontrar una buena
serie es un placer que no tiene comparación. Esperar la siguiente temporada de
las que ya me han enganchado es desesperante.
Creo que esta es una nueva adicción, la nueva
adicción del siglo XXI: ver series en Internet, o incluso por T.V. Cuando era
niño habían muchos programas que me generaban esa afición, pero los capítulos
solo los daban una vez por semana; uno –si no tenía betamax o vhs- no los podía
ver cuantas veces quisiera, y lo peor, que no se podían ver dos, tres o cuatro,
o hasta cinco capítulos en el mismo día. Tocaba tener paciencia.
Si alguno o algunos de los que están leyendo
este escrito me quieren ayudar, pueden aconsejarme series, pero que sean
buenas. Las más populares ya las he visto, otras que son para adultos no me
engancharon, y otras simplemente no van con mi temperamento. Podemos crear un
club, una asociación de “Aficionados a las series de televisión anónimos” como
los alcohólicos, aunque con todo respeto yo sé que ese mal sí que es una
enfermedad, solo estoy haciendo una broma exagerada. Lo mismo pasa con otras
adicciones crueles y demenciales, como la droga, la adicción al sexo, o a los
tranquilizantes.
No, esto simplemente es una chanza, es una
forma de decir que nuestra televisión ha cambiado, que el siglo XXI ha traído
nuevas aficiones y nuevas enfermedades asociadas a esas aficiones.