El club de los avispados


Al finalizar el año pasado – me refiero al 2013-, aparecieron los resultados de las denominadas pruebas Pisa, aquellas que realiza la  Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a los estudiantes de colegio en materias como ciencias y matemáticas. Colombia quedó en el puesto 62, y solo fue superada –por lo bajo, me refiero- por Perú, con respecto a Latinoamérica.

El resultado es pobre, mediocre, no se puede tapar el sol con un dedo, sin embargo, a mí no me preocupa. ¿Por qué? Creo que si bien es cierto el tema de las ciencias y las matemáticas son importantes para la formación de un futuro profesional, creo que es más importante la formación en valores.

Le cayeron críticas a la ministra de Educación, al Gobierno; era inaudito que Colombia solo superara al Perú en estas pruebas, ¿luego Colombia no es el tigre de América Latina? ¿La futura potencia mundial a quien todos temen? Pues no, en materia de educación estamos rezagados, y no solo en educación también en salud, en justicia, en equidad social, etc, etc. Señores, Colombia no es una potencia y tampoco está en vías de serlo, no se engañen, o mejor dicho, no nos engañen.  

Los expertos en el tema hablan de las “competencias”, y se les llena la boca cuando hablan de esto como si fuera importantísimo, cuando en realidad no lo es. Nos han metido en la cabeza que una educación de calidad debe pasar inexorablemente por la cantidad de información técnica y de idiomas que se transmitan al estudiante, y que el país solo será “competitivo” cuando nos llenemos de ingenieros y de multilingües. ¡Pura basura!

Es importante que Colombia tenga ingenieros, pero también es importante que tenga médicos, arquitectos, politólogos, artistas, odontólogos, profesores, músicos, poetas, actores, y hasta abogados. El desarrollo de un país no depende del tipo de profesionales que tenga, sino de la calidad de estos. Voy a poner un ejemplo; Estados Unidos es la mayor economía del mundo, es la principal potencia comercial, militar, y política del mundo, sin embargo, también tiene la tasa más alta de abogados del planeta. Estados Unidos está lleno de abogados y es una potencia, la superpotencia.

Entonces, ¿por qué estamos jodidos? ¿Por qué nuestro país tiene índices absurdos de pobreza, de desempleo, de violencia, de delincuencia? Porque nos falta educación; pero no porque no sepamos matemáticas, o biología, o química, o física; estamos jodidos porque nos faltan valores. ¿Qué son los valores? Son ideales que se consuman o se concretan en acciones que desembocan en resultados positivos, benéficos. Las sociedades tienen valores, como la vida, como la propiedad privada, como la familia.

Alguien dirá: ¿Pero si aquí transmitimos todos esos valores? Colombia es un país de valores, dirán. Yo creo que no, creo que la gran deficiencia radica ahí, en la formación en valores. La educación en Colombia precisamente se enfoca en la información, en los datos, pero muy poco en la transmisión de valores.

Las crisis que ha sufrido el país en los últimos años, y me refiero a los escándalos de corrupción, se han dado porque personas sin valores han incurrido en conductas inadecuadas, delictivas, criminales, que han puesto en peligro la institucionalidad.  

Lógico, la educación también es una transmisión de datos, de conocimientos especializados, pero también es un esfuerzo por inculcar conductas, comportamientos que generen una sociedad más pacífica, más justa, más próspera. Esto último no está sucediendo en Colombia, o por lo menos no de la forma que debiera ser.

Seamos sinceros, el principal valor que se inculca en Colombia es el de la supervivencia a toda costa, o mejor, el del enriquecimiento como sea. Aquella frase: “Mijo avíspese”, la escuchamos a diario, en todos lados; y ese precisamente es el mayor problema para el verdadero desarrollo de nuestro país.

Somos un país de avispados, los colombianos nos consideramos inteligentísimos, superdotados mentalmente, en todos lados reconocen nuestros talentos, porque somos unos verracos. ¡Pura basura! Somos igual de brutos o de inteligentes que los demás, lo único es que desde pequeños nos dicen: “Mijo avíspese”, y con eso nos jodieron, porque nos volvieron unos espléndidos avispados inmersos en una sociedad enferma.

En Colombia sobran los avispados, los que se han enriquecido a través del delito, como los narcotraficantes, los delincuentes de cuello blanco, los traficantes de armas, los atracadores, los estafadores, etc, etc. Sin embargo, hay diferentes niveles de “avispados”, los que son muy avispados se roban una ciudad entera y reciben penas irrisorias; otros son menos avispados, y se roban un carro, o un cajero electrónico, a estos les dan una pena más alta; y los menos avispados, que se roban un caldo de gallina y los mandan a podrirse en una cárcel.

Nuestra sociedad está llena de avispados, es un club de avispados; pero esa cultura de la astucia, y del enriquecimiento como sea solo ha generado una cosa: un país en crisis.

La causa de la crisis de Colombia no es porque nuestros estudiantes no sepan de matemáticas, o de química, o de biología, es porque no hay valores positivos, o transmisión de valores positivos en nuestro sistema educativo, esto es lo que está fallando, sin embargo, el mismo sistema no lo quiere aceptar porque eso implica reconocer que nuestras élites están enfermas ( si no, miren quiénes van a las corridas de toros), y que por lo tanto allí radica la causa principal de nuestro debacle.

Nuestros estudiantes podrán ser expertos en tecnología, y saber ocho idiomas, pero nuestra sociedad seguirá enferma. Esa es la terrible verdad, sin embargo, para eso debe haber todo un proceso de reinvención de nuestra cultura, de nuestra comunidad, y lamentablemente nuestros dirigentes no están dispuestos a hacerlo porque desde hace años viven de este desorden, de esta enfermedad.

Lo triste de los resultados de las pruebas Pisa no es que Colombia haya quedado de penúltimo en América Latina, lo triste es que todavía no tengamos una bitácora para nuestra educación, todavía no sabemos cómo educar a nuestros niños, y a nuestros jóvenes, y simplemente sigamos diciéndoles: “Mijo avíspese”.

Para rematar, hace algún tiempo un amigo matriculó a su hija en uno de los colegios más caros de la ciudad; las razones que lo llevaron a esto fue la siguiente (según sus propias palabras): “Allí podrá conocer gente, hacer relaciones”. Triste, ¿no?, que la principal razón para matricular a un niño en un colegio sea esta. Como quien dice: “Mijo avíspese y haga amigos”.


Yo he tratado este mismo tema en otros artículos, en otro blog, y sigo insistiendo en lo mismo; el problema no es de diplomas, no es de información, no es de idiomas, es de valores. Pero no, la gente no entiende esto, o no lo quiere entender, o no se preocupa por entender, porque ya nos acostumbramos al desorden, a la porquería, nos volvimos sociópatas y nos acostumbramos al caos, ese es el problema. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario