La vida del hombre está envuelta por el misterio

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4 comentarios:

  1. Está muy interesante el artículo, sobre todo en la parte que se dice que los seres humanos tenemos un afán de querer demostrarlo todo y mostrar que somos amos de la naturaleza. Mi posición frente a esto es que el hombre desafía eso "natural" e "innato", buscando otros medios o posiciones por el simple hecho de ir contracorriente o por que no cree en lo natural (Teniendo en cuenta que lo natural va relacionado en su gran mayoría con Dios y su existencia).

    Ya más a manera personal, considero que la vida se defiende a toda costa; entiendo y respeto las diferentes posiciones pero no las comparto, ni siquiera las de la corte constitucional, en parte por la formación que recibí en mis primeros años. Vuelvo a decir que se me hace importante defender la vida, pero poner a debatir estos temas, es en parte una pérdida de tiempo, ya que a estas alturas, las posturas y argumentos ya están claros, y por más razones y argumentos que se den de bando y bando, nunca se va a llegar a una conclusión en conjunto.

    Creo que estos debates (aborto, legalización, eutanasia, etc) han sido creados, por poner en duda la existencia de Dios, cosa a la que la ciencia siempre ha estado en continua búsqueda, pero como siempre queda en nada o muy poco.

    La conclusión del artículo es el más acertado, siempre habrá misterios y eso es lo que hace tan interesante la vida de cada uno y la de los demás. (Por esto nos gustan tanto muchos libros, porque por más misteriosos que son no le quitan la magia).

    PD: Sería interesante leer sus blogs, no sé si podría pasar los links.

    Andrés Bayer

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  2. Alexandra Martínez16 de mayo de 2013, 13:40

    Buenas noches.

    Su artículo La vida del hombre está envuelta por el misterio, en mi opinión, da un pasó más allá de las apreciaciones de Francisco José Herrera y aporta lo que puede ser una salida o una visión más transparente del problema. Herrera asegura que la discusión no se trata de lo que se entiende por vida, sino de lo que la vida es en si misma, de su esencia, de la fidelidad que todo acercamiento debe mantener con la idea de vida que es, en todo caso, sólo una. Esa afirmación, la base de su argumentación, es la que para mi resulta problemática. Si de entrada se elimina el problema de lo que se entiende por vida, se está negando el punto fundamental del debate sobre el aborto y la eutanasia. La definición de vida, de sus límites y de sus implicaciones, en el texto de Herrera, se presenta como una verdad que no puede ser discutida, en sus palabras que "no significa un consenso, sino la fidelidad al objeto". Si partimos de la definición del autor y la pensamos indiscutible, los debates llevarán siempre a las mismas conclusiones, y de eso no se trata la reflexión, sea cual sea nuestra opinión particular. Si algo se puede ver en la clase pasada es que las posiciones son contrarias en tanto las partes entienden como vida algo diferente, a la vida como un concepto que puede ser interpretado.

    Aquí es dónde el aporte de su artículo cobra importancia: "el misterio de la vida nos desborda". Aceptar la imposibilidad del ser humano para conocer la verdad sobre cualquier tema, reconocer en cualquier circunstancia que la arrogancia científica, racional o religiosa, lleva a afirmaciones sesgadas y dogmáticas, es el primer paso para acercarse al tema del derecho a la vida con voluntad de consenso y discusión real. Ese "estar dispuesto a escuchar la otra versión" le da a al problema el estatus que merece como una de las discusiones más importantes de las últimas décadas, no sólo en materia jurídica, sino social, política y filosófica.

    Ahora bien, un punto importante de su artículo es la consciencia de que el hombre, envuelto en sus limitaciones cognoscitivas, es el que en última instancia debe decidir sobre abortar o no, sobre practicar o no la eutanasia. Afirma que nada debe despreciarse a la hora de tomar una decisión que pueda ser sensata y que en general "todos sabemos la diferencia entre el bien y el mal" para llegar a tomarla. Considero que esa afirmación nace de una necesidad muy relevante, que en la práctica, la aceptación de esta suerte de subjetividad intrínseca del concepto de vida no paralice la toma de decisiones. Es cierto que se puede diferenciar entre el bien y el mal, "el bien construye, el mal aniquila"; sin embargo se presenta a mi modo de ver dos problemas.

    1) Los conceptos de bien y mal, así como el de vida, no están acabados (no veo ninguna razón para pensar que la indeterminación del concepto de vida, su "misterio", no sea extensible a los de bien y mal). Estos conceptos se forman según cierto tipo de criterios (razón, religión, ciencia) y son

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  3. Alexandra Martínez16 de mayo de 2013, 13:41

    éstos los que les dan validez. En otras palabras, la idea de bien y mal se presenta siempre dentro de un marco moral determinado, un estatuto que determina las reglas y define lo posible. Lo anterior lleva considerar que hay tantos conceptos de bien y mal como concepciones de lo moral existan en una sociedad. Una sociedad se reconoce como pluralista y heterogénea una vez ha entendido que no existe entre sus miembros un consenso de lo que es la moral y, sobre todo, que ninguna de ellas puede tener el estatus de única verdad; razón por la cual acepta que, de hecho, esa diferencia en las concepciones del mundo es un valor que debe ser protegido, como garante de dinamismo y, fundamentalmente, de libertad. En ese sentido, si el debate sobre el aborto debe resolverse "con el propósito de lograr el bien" ha de tenerse en cuenta que sobre el "bien" tampoco hay consenso (mucho menos sobre lo que es el "bien general"), que diferentes grupos entienden lo bueno según parámetros particulares, y que esos grupos -como miembros de una sociedad que se reconoce pluralista- también tiene derecho a ser reconocidos y representados. Si en virtud de la necesidad de tomar decisiones se trata como un todo homogéneo a la sociedad que es por definición heterogénea, se está aceptando que frente a difíciles coyunturas es posible y deseable imponer una visión restringida del problema. En otras palabras, que los principios democráticos de libertad e igualdad no son irrenunciables, pueden, finalmente abandonarse cuando su existencia exija niveles demasiado sofisticados de tolerancia, esfuerzo civico y disposición para la reflexión y la búsqueda de consensos.

    2. Un segundo problema surge cuando ignoramos la primera objeción, es decir, cuando suponemos que existe solo un marco moral y una diferencia clara entre lo que es el bien y el mal. Una suposición más puede ayudar a a clarar el problema. Pensemos que la moral cristiana -por poner un ejemplo entre muchos- es la única forma en la que una sociedad se relaciona y analiza los problemas del mundo. Casos sencillos como un asesinato durante un robo pueden ser fácilmente clasificables de acuerdo a la moral cristiana. Pero otros como el embarazo en caso de violación o un anciano en coma durante 10 años, exige la superación del debate entre bien y mal para dar paso a un análisis particular de las circunstancias, creo que a eso se refiere cuando plantea que prefiere "vivir la situación". ¿No puede conducir la búsqueda del Bien general y la también necesaria consideración de las circunstancias particulares a posibles contradicciones? Si un aborto perjudica a la totalidad de la población ¿es más importante esa idea de bienestar general que las realidades particulares? ¿Cómo en una democracia se establecen estas jerarquías? Si el Bien general es primero, el aborto en los tres casos que contempla la ley es la máxima flexibilidad que se puede dar al problema, cualquier situación diferente para no desear tener un hijo es un atentado al bienestar del resto (conexión que es ya es de por sí cuestionable). Si por el contrario, las realidades particulares, los individuos, tienen preeminencia, las tres restricciones deben eliminarse para dar lugar, siempre y en todos los casos, a un estudio y análisis detallado de las razones por las cuales una mujer toma la difícil decisión de no tener un hijo.

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  4. Alexandra Martínez16 de mayo de 2013, 13:42

    A lo quiero llegar es que esta discusión tan importante para la sociedad colombiana debe replantearse en términos distintos a los que hasta ahora han sido considerados. Empeñarse en permanecer en la visión maniquea de las acciones y problemas humanos, impide que nuevos actores -a la luz de los principios de la democracia- puedan aportar y verse representados en las decisiones de sus instituciones. Al final, lo que yo defiendo no es una postura de si/no al aborto o a la eutanasia, sino la necesidad de replantear el debate en términos igualitarios. En otras palabras, yo defiendo la urgencia de un ambiente verdadero de discusión en el que las partes reconozcan los alcances y necesarios límites de sus apreciaciones. Ese sería un buen primer paso, sospechar de esencialismos y tomarse en serio el concepto de pluralidad.


    Profesor, la lectura de Herrera me despertó varias inquietudes que por extensión son difíciles de plantear aquí. Si este tema aun es importante para la clase me gustaría que me diera la oportunidad de preguntarle sobre ellas.


    Alexandra Martínez Ruiz
    Estudiante de ciencia política y gobierno

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