El futuro de los periódicos


La semana pasada asistí a una conferencia con el director del periódico The Washington Post. Básicamente se habló de lo mismo; la competencia con la Internet, la caída en la pauta publicitaria, la ética de los medios de comunicación, la relación de esos medios con sus dueños, etc. Prácticamente sólo se tocaron lugares comunes. Sin embargo, me parece interesante abordar un tema –que también está un poco trillado-, el del futuro de los periódicos.

Hasta hace algunos años –diez o doce, por lo menos- los periódicos parecían ser empresas muy fuertes con un alto poder mediático. En todo el mundo ciertos medios de comunicación escritos tenían un aura de imbatibilidad, de fortaleza, nada les podía hacer daño, hasta que la Internet los doblegó. En los últimos tiempos varios periódicos han sido cerrados, o vendidos, o se han transformado en plataformas digitales con una naturaleza comunicacional muy diferente de la original. Los periódicos de papel están en crisis, la gente quiere leer las noticias en sus computadores personales, en sus Ipads, en sus tablets, o en sus teléfonos personales. El periódico de papel cuesta, y la gente quiere todo gratis y fácil. Esto lo ofrece la Internet: gratis y fácil. La consecuencia es que los anunciantes han emigrado a otros medios de comunicación, incluso la Internet.

¿Qué pasará con los periódicos de papel? El director del Washington Post afirmaba en aquella conferencia que a pesar de todo había mucha gente que seguía comprando periódicos y que eso bastaba para mantener el negocio. Hace algunos años, en Colombia, otro director de otro periódico, también afirmaba lo mismo: hay gente que sigue comprando periódicos, y por lo tanto no nos da miedo la Internet. El papel sigue prevaleciendo. En el futuro, ¿esto continuará así? Me temo que no, y esto también se aplicará a los libros.

Hoy en día la gente sigue comprando periódicos de papel, y libros de papel, por una razón muy simple: la facilidad para leerlos. Pero, las tablets o tabletas digitales ya están desbancando esa supuesta facilidad de lectura. En una tableta digital se pueden guardar miles de libros, como lo hacen los Ipod o los MP3 con la música. Allí se pueden leer con facilidad esos textos, y por lo tanto, el papel sí está amenazado por el medio digital, yo diría que seriamente amenazado. Lo que ocurre es que las tablets, o las tabletas digitales todavía no son de fácil adquisición por los usuarios. Un Ipad puede costar quinientos dólares, y una tableta análoga puede estar entre los doscientos y los trescientos dólares. Es por esto que la gente común y corriente sigue comprando libros y periódicos. Sin embargo, cuando las tablets sean de fácil adquisición los libros y los periódicos de papel tendrán sus días contados, serán cosa del pasado, y sólo los encontraremos en los museos y tiendas de antigüedades.

Esta situación ya ocurrió con la música, los acetatos, los casetes, y hasta los CD’s fueron reemplazados por la música que se encontraba en la Internet; hoy en día muy poca gente compra música en las habituales tiendas, prácticamente nadie lo hace. Lo mismo sucederá con los periódicos y con los libros de papel, siento decirlo. Cuando comprar una tableta digital sea tan fácil como adquirir un MP3 o un reproductor de música cualquiera, los libros y los periódicos pasarán a ser cosa del pasado.

Obviamente la gratuidad siempre será llamativa, es por eso que muchos periódicos se están regalando en las calles, y la publicidad posiblemente emigre hacia esos periódicos gratuitos, que se cierta forma compiten con la Internet por esa misma gratuidad. Pero no nos digamos mentiras, un periódico de papel no puede ofrecer la misma información que una página digital. En la página digital podemos encontrar audios, videos, enlaces, más datos, fotos, interactividad, etc. El periódico de papel se presenta muy precario.

Yo pienso que los periodistas, los comunicadores, deben aceptar que la Internet es el futuro irremediable. Cuando la Internet sea más avanzada, y salgan al mercado nuevos instrumentos tecnológicos para acceder a ella, allí no habrá cabida para el medio de papel. Tenemos que aceptar esa realidad, lo mismo ocurrirá con los libros. Es cierto, el libro en sí mismo es una obra de arte, por el diseño, por la letra, por la forma en que se empasta, etc. Sin embargo, el formato digital es más barato, más ecológico, y tiene mayor facilidad de consulta. La industria editorial y periodística debe asumir esta realidad de una vez por todas, sin ambages, sin prejuicios, sin resistencias al futuro. Los nuevos consumidores de información y de literatura – los jóvenes y los niños, los nativos digitales- verán el periódico y el libro de papel como un medio poco práctico, y poco atractivo. Todo el mundo en unos años tendrá una tableta digital –o muchas- en su casa, en su lugar de trabajo, en la calle, en la oficina, en todos lados. Esta realidad es irreversible, hay que adaptarse a ella.

Los nostálgicos del papel periódico y del libro asistiremos a museos, a bibliotecas públicas, y a tiendas de antigüedades, para comprar esas rarezas del pasado, pero cada vez serán menos. En cincuenta o sesenta años, los libros y los periódicos de papel serán como los papiros que utilizaban los antiguos para comunicarse. Estarán exhibidos en los lugares dedicados al pasado, siento decirlo. La única opción es adaptarse y aceptar la realidad, el presente. Seguir tapando el sol con un dedo es lo peor que se puede hacer. La creatividad es una necesidad para los periodistas y para los comunicadores, es su única opción para no sucumbir a los nuevos aires, y a los nuevos tiempos.          

    

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