Edward Snowden, el
excontratista de la CIA y de la NSA, confesó algo que muchos ya sabíamos: los
gobiernos espían de manera industrial a sus ciudadanos. Para muchos fue motivo
de preocupación, y de indignación, para otros –como yo- simplemente fue la
confirmación de un secreto a voces.
Actualmente nos encontramos
en una era tecnológica, llena de avances informáticos. La vida del hombre ha
cambiado radicalmente desde que se popularizó la Internet, y el retorno a una
vida simple –sin peligros de invasión a la privacidad- es un asunto casi que
imposible.
No hay reverso, la era
tecnológica se ha impuesto y de la peor forma: ofreciendo y seduciendo –como la
manzana que le ofreció Eva a Adán- de manera agradable, placentera. Nadie
utiliza la tecnología con sufrimiento, con dolor, al contrario, todo es bonito,
perfecto, llamativo, colorido, y satisfactorio.
La tecnología se nos ofrece
como una solución a nuestros problemas cotidianos, como una suerte de panacea
utópica donde todo depende de adquirir el aparato más avanzado y de última
generación. La era de la tecnología se nos ha impuesto a las buenas, y somos
nosotros –los ciudadanos- los que la estamos impulsando con nuestro consumo de
artilugios electrónicos.
La parte fea de esta feliz
historia ha resultado inquietante, sin embargo, la mayoría sopesamos lo bueno y
lo malo y terminamos con una conclusión positiva hacia la tecnología: la
necesitamos. Todos esos espionajes electrónicos no son nada comparados con el
provecho que obtenemos de la tecnología. Así que sigamos.
Los gobiernos nos espían a
todos, no solo a los terroristas, a los malhechores, a los bandidos, a los
famosos, a los artistas, a todos, es a todos, y eso es lo más grave de las
revelaciones de Snowden.
Como todo tiene un precio,
el costo de esta era tecnológica, o de la utilización de estos placenteros
artilugios, es la pérdida relativa de la libertad. Nuestra intimidad está
expuesta, ¿ante quién? ¿Quiénes nos espían? ¿Para qué? ¿Qué saben de nosotros?
¿Con qué fin? ¿Luchar contra el terrorismo? No lo creo.
El sistema humano de
dominación está entrando en un peligroso camino sin retorno, los que obtengan
la llave maestra de la Internet y de todos estos chips que nos rodean por todos
lados, se convertirán en los amos y señores de nuestra vida. La libertad, o
nuestra libertad, estará en manos de ellos, y podrán hacer con nosotros lo que
quieran. ¿Estoy exagerando? Yo creo que no, porque esta era tecnológica se
profundizará, y lo que hoy vemos en etapa de nacimiento y de crecimiento lo
veremos madurar con los meses y con los años, y cuando esto ocurra, simplemente
nos moveremos en una enmarañada red de circuitos y de redes que nos tendrán
atenazados por nuestra propia voluntad. Ya no será posible salirnos de eso.
Como la tentación de Eva a
Adán con la manzana, la tecnología se nos ha exhibido como algo “cool”, “nice”,
“light”, (perdón por utilizar estas expresiones que suenan banales), y hemos
caído en la trampa de depender de ella. Todos tenemos teléfono celular, todos
utilizamos la Internet, todos tenemos e-mail, todos tenemos cuenta en Facebook,
muchos utilizan el Twitter, el Instagram, el Pinterest, etc, etc. Estamos
registrados en la Red hasta la médula, nuestros datos circulan por ahí, como si
nada, y no sabemos quién la está registrando, y utilizando, y no sabemos con
qué propósitos.
Ahora bien, muchos dirán
que no pasará nada, y que todo está bien, pues no, Snowden simplemente alertó
sobre la punta del iceberg, pero lo que ese está moviendo en el fondo es grande y vertiginoso.
Somos seres de carne y hueso que tenemos prácticamente una réplica virtual en
la Red. Todos nuestros datos, nuestras comunicaciones, nuestros rastros en la
Internet, simplemente generan un doble o un avatar electrónico, informático.
Ese doble virtual es nuestra huella en la Red, y es nuestra vida en el mundo, o
en el Nuevo Mundo, donde todos estaremos conectados a una central que vigilará
nuestros pasos.
El apocalipsis no llegará
desde el cielo, no bajarán los ángeles de Dios enfadados con el hombre. No, lo
que ocurrirá es que la especie humana se auto-esclavizará, se auto-limitará. El
sistema humano de dominación llegará al cenit, y con él también su declive.
Comprenderemos que hemos vivido de forma artificial, y que la máxima
artificialidad (el mundo virtual) solo nos dejará una profunda crisis debido a
haber corrompido el espíritu humano, que es libre, creativo, compasivo, y
cooperador. Los portadores de la llave maestra de la tecnología se darán cuenta
que han cometido un error, y es uno muy simple: todo lo que ha servido y
servirá para esclavizar, también será la herramienta que servirá para
emanciparnos. El ejemplo de esto último es este artículo que ha sido escrito
utilizando tecnología informática, y que se está publicando en la Red.
como para volver a ver y repensar la pelicula "matrix"
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