Sí señores, el nuevo presidente de Estados
Unidos es Donald Trump. Creo que muy poca gente se lo imaginaba, empezando por
mí. Y no creo ser el único sorprendido por este hecho. Pienso que a nivel
mundial se esperaba un “lógico” triunfo de Hillary Clinton; pero no, la cosa no
salió como se esperaba.
¿Las razones? Fácil, ocho años de un gobierno
totalmente falto de compromisos con las necesidades de la gente. No nos digamos
mentiras, Barack Obama prometió mucho en 2008 y no salió prácticamente con
nada. Pasó por la Casa Blanca dejando un legado muy tímido, muy paupérrimo. Y
la clase media baja estadounidense le pasó factura de manera indirecta:
castigando al candidato demócrata que él apoyó de manera abierta y sin
sonrojarse.
Estados Unidos se recuperó del crack que
sufrió en 2007 y 2008 pero las cosas al parecer no empezaron a funcionar mejor
o por lo menos no tan bien como creíamos todos. ¿Bajó el desempleo? ¿Estados
Unidos abandonó sus ideas intervencionistas en Medio Oriente para concentrarse
en la política interna? ¿Se resolvió el tema de la inmigración? Al parecer nada
de esto se solucionó de manera eficaz, y la gente –que no es boba- se le saltó
la piedra y fue a apoyar en masa al anti-político, al anti-sistema, a Donald
Trump.
¿Qué pasó con los latinos? Qué pasó con las
mujeres? ¿Qué pasó con los afroamericanos? Que su apoyo no fue lo
suficientemente contundente como para haber puesto a Hillary en la Casa Blanca.
¿Y qué pasó con el establecimiento, con Wall Street? Que su apoyo tampoco fue
lo suficientemente grande como para colocar a su favorita de presidenta.
Se veía venir, ocurrió en el Reino Unido con
el Brexit; las élites bancarias querían que este Estado se quedara en la Unión
Europea, pero un sector muy grande del pueblo británico no. Ganó el pueblo. En
Colombia también hubo un batatazo muy grande al establecimiento: ganó el “No” a
los acuerdos entre las Farc y el Gobierno.
Es muy fácil
-yo diría que facilista- calificar todos estos fenómenos como de “populismo”
vil e ignorante. Ya lo están haciendo los “analistas serios”; “ganó el
populismo”, “la gente es bruta”, etc, etc. Y no, la gente NO es bruta, la gente
piensa en su bienestar y en el de su familia, y desafortunadamente las élites y
el poder se han olvidado del ser humano común y corriente para establecer una
serie de ideas “artificiales” sobre el progreso humano.
En estos últimos años los súper-ricos están
más ricos, mientras que 790 millones de personas en el mundo no tienen para
comer según la FAO. ¿Es de estúpidos pensar en su propio estómago o en el de
sus hijos? No lo creo, al revés, creo que lo inteligente es actuar para
conservarse vivo y conservar vivos a quienes se tenga bajo su cuidado.
Sí señores ganó Trump aunque a la mayoría de
la gente no les guste, sin embargo, él solo necesitaba gustarle a sus
electores, y eso fue en lo que se concentró, en hablarle al ciudadano común y
corriente de su país; ¿que lo hizo en un tono ofensivo contra otras personas?
Sí, y creo que se le fue la mano, pero su discurso fue eficaz.
Creo que perdieron las élites mundiales, creo
que perdió el status quo establecido. Y creo que no será la primera ni la única
derrota que van a empezar a sufrir los arquitectos del mundo que hoy vivimos.
La gente se está despertando de una especie de letargo, de una especie de
hipnosis colectiva.
Trump no nos gusta, es mal hablado, es
petulante, es arrogante, es impertinente, pero es la persona que ganó las
elecciones en Estados Unidos mediante un sistema electoral vigente en ese país
desde hace más de dos siglos. Con ese sistema ganó Trump.
Muchos –en voz baja, y otros en no tan baja-
cuestionan a la democracia; lo hicieron con el Brexit, lo hicieron con el “No”
en Colombia, y ahora lo están haciendo con Trump. Sin embargo, lo que no dicen
o admiten esos “críticos de la democracia” es que es el peor de todos los
sistemas de gobierno, con excepción de todos los demás, como decía Churchill.
Es el sistema de gobierno lógico y elemental para garantizar el bienestar
colectivo y mayoritario, todos los otros sistemas de gobierno están diseñados
para mantener el poder de unas minorías. La democracia puede ser imperfecta, pero
es el sistema que por antonomasia busca el bien general.
No lloremos sobre la leche derramada,
asumamos lo que está sucediendo, y entendamos que un Nuevo Mundo se está
gestando, que la gente está empezando a despertar, y que los políticos tienen
que resolver un dilema ahora más que nunca: o trabajan para la mayoría o
trabajan para unos cuantos riquillos.
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