¿Qué es el arte? ¿Para qué
sirve? Todos los días –y estoy seguro de eso- los artistas se hacen estas
preguntas, como en una especie de terapia, o de catarsis. Los artistas son
seres extraños (¿somos?), siempre lo han sido, desde las cavernas. Yo creo que
al primer fulano que se le ocurrió pintar un búfalo en la pared de una cueva lo
miraron con extrañeza sus demás colegas. “¿Por qué no vas a cazar con nosotros,
en vez de estar pintando pendejadas?” Me imagino que eso le dijeron, porque
desde los inicios de la civilización humana los artistas han ido en contravía
de las mayorías, las cuales solo piensan en satisfacer sus necesidades básicas:
comida, bebida, vivienda, y sexo. El pobre hombre de la cueva, el que pintó el
búfalo, tenía una necesidad adicional: la de crear.
Los artistas, los que hacen
arte, se sienten extraños por ello, estoy seguro, porque yo me siento extraño.
El artista tiene una tendencia diferente a la de los demás, la de imitar el
proceso de creación que hace la naturaleza, trata de igualarse a la divinidad.
Él o ella deciden hacer algo que no existe con recursos que sí existen; el
pintor modifica unos materiales y los convierte en un lienzo, el poeta modifica
unas palabras y establece un verso, el músico lo hace con los sonidos, y el
artesano con la masa. El artista modifica el mundo que ya existe, para crear
uno o varios elementos y producir una obra. Sin embargo, la obra de arte se
diferencia de otras modificaciones del mundo físico, porque en el arte esa obra
no está destinada a satisfacer una necesidad primaria, sino que está destinada
a satisfacer una inclinación emocional, intelectual, y hasta espiritual.
El arte satisface
necesidades, de eso estoy seguro, pero no las básicas –y me refiero al efecto
que produce la obra-, necesidades que surgen de diferentes esferas del ser
humano. Ciertos artistas necesitan de esa actividad para no caer en
depresiones, locuras, o ansiedades; otros, para encontrar una razón a la
existencia, o por lo menos para tratar de encontrarla; y algunos, para acercarse
a Dios, a la divinidad, al universo, o a la totalidad.
He dicho que el artista se
siente extraño, ¿será una exhibición de vanidad por parte mía? ¿El artista se
siente extraño por el simple hecho de no encajar con los demás seres humanos?
¿O será que él busca a propósito estar al borde de la normalidad social? ¿Son
creídos los artistas? ¿Son vanidosos? Quizás…., el hombre de la caverna –el que
pinta- le dice a los demás: “Vayan ustedes por el búfalo, yo me quedo
pintando”. Tal vez esta sería la primera muestra de soberbia y orgullo
artístico, porque muchos artistas tienen fama de engreídos, de impotables, de
sentirse mejores que los otros seres humanos.
¿Es necesario que la
sociedad mantenga a los artistas? Yo creo que sí, y puede sonar hasta
descarado, ¿por qué? Porque el artista sí tiene una función en la sociedad:
ayudar a que los hombres sean felices. Otros dirán que el artista no hace nada,
que es un vago, que es un haragán, un mantenido, un vividor, o un zángano. Para
la gente común y corriente –los que no hacen arte- el artista no produce nada,
no genera satisfacción de necesidades primarias; pero, a estos se les olvida
que el ser humano no solo vive de pan –como dicen las Sagradas Escrituras- sino
que también vive o sobrevive gracias a la satisfacción de necesidades
secundarias (mejor sería decir no físicas), como son las emocionales, las
mentales, las psíquicas, y hasta las espirituales.
El artista satisface sus
propias necesidades no físicas, y ayuda a otros a satisfacer esas mismas
necesidades. ¿El artista debería recibir una recompensa por esto? Desde luego,
y de hecho a lo largo de la historia la ha recibido, aunque a veces en
condiciones muy precarias, y muchas veces no la ha recibido y el artista se ha
muerto de hambre. Una sociedad civilizada debería mantener a sus artistas, ¿es
esto una herejía? No lo creo, los artistas trabajan en algo que no produce una
satisfacción física –por decirlo de alguna forma- pero sí satisface unas
necesidades, y por esto debería ser recompensado.
En el mundo actual, en el
del capitalismo, el artista sobrevive bajo las leyes de la oferta y la demanda,
su arte se incorpora en un mercado donde el precio y el producto se exhiben
como racimos de bananos en una plaza de mercado, o como tomates en temporada de
cosecha. El artista se incorpora al mundo actual bajo esas leyes que se aplican
a todos los hombres, a las leyes de la economía de mercado. En el socialismo el
problema es más complicado porque los marxistas-leninistas tienen una posición
diferente sobre el arte, menos romántica, más cruda; ellos piensan que el arte
debería estar al servicio de la Revolución, como un instrumento de proselitismo
y de militancia ideológica; el arte que les sirve a estos socialistas es el
arte con mensaje, desde luego el mensaje marxista-leninista: el de la lucha de
clases.
En el caso del capitalismo,
el artista puede llegar a morir de hambre si su arte no se vende, o a cambiar
de oficio si las cosas tampoco funcionan. En el socialismo el artista debe someter
su creación artística a los vaivenes políticos, o tiene la opción de
enfrentarse al sistema para defender la libertad creativa y sufrir las
consecuencias: la cárcel o la muerte.
En un mundo más civilizado
-donde el hombre no dependa ni del mercado ni del Estado para sobrevivir-, el artista
debería ser subsidiado, mantenido por la sociedad, por los otros hombres. La
sociedad en general debería convertirse en mecenas de los artistas, ya que
ellos lo único que quieren es hacer arte, y sobrevivir para hacerlo.
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