El pasado 5 de junio de 2016 los suizos rechazaron la
propuesta de entregarle a cada ciudadano –trabajara o no- la cifra de 2.500
francos suizos. Mediante referéndum (consulta popular) el 77% de los votantes
dijo NO a esta iniciativa.
Sonaba interesante que el Gobierno le entregara esta cifra
mensual a la gente. El paraíso para los vagos, para los vagabundos, para los
que no les gusta trabajar. Sin embargo, también hubiera sido un alivio para los
que no pueden laborar: ancianos, desempleados (que sí quieren trabajar pero que
no encuentran empleo), personas con alguna enfermedad grave, inmigrantes,
mujeres cabeza de familia, personas con graves trastornos mentales, y… no se me
ocurre qué otro tipo de personas.
La iniciativa que llegó a referéndum y que fue propuesta por
una petición a través de firmas sonaba descabellada, ingenua, ilusa, ¿cómo el
gobierno le va a pagar a cada ciudadano 2.500 francos suizos? ¡Eso es inviable!
¡Eso es aumentar el gasto público! ¡Eso es una utopía!
Si esa propuesta se hubiera presentado en Colombia también
hubiera sido rechazada de plano con un margen muy similar del que sacó en
Suiza: el 77% o más. En nuestra sociedad hay un dicho para referirse al tema de
mantener a los vagos: “El que no trabaja no come”; esto quiere decir que en
nuestra idiosincrasia judío-cristiana el trabajo tiene una recompensa: el
salario, y por lo tanto la recompensa para el vago es esta: nada, no tener
nada.
La sociedad necesita gente trabajadora porque la vida es un
intercambio constante; los romanos también acuñaron un término para hacer
referencia a este intercambio: “Do ut des”, o “yo te doy y tú me das”. La vida
es un intercambio de servicios, y en las actuales circunstancias hemos
utilizado el dinero para valorar esos servicios y “pagar” los beneficios que me
causan las otras personas: comida, transporte, vivienda, ropa, electricidad,
etc.
En muchos países existen subsidios al desempleo, pensiones de
vejez, pensiones de invalidez, subsidios para familias de escasos recursos,
etc. La compasión no ha estado ausente en nuestra civilización, aunque parece
que estuviera disminuyendo; y por otro lado, también está la filantropía que es
un alivio para esas personas que pasan por terribles o desgraciadas
condiciones. Sin embargo, y aunque suene moralmente reprochable el pago de un
sueldo o de un dinero para todo el mundo, independiente de su condición social,
física, económica, o mental, me parece que no es descabellada del todo. ¿Por
qué? ¿Por qué pienso esto?
Creo que una de las causas de la criminalidad en nuestros
países es la pobreza, la falta de oportunidad, y en muchos casos, personas que
no tienen para comer, para vestirse, recurren al delito para mantenerse. En
Colombia, por ejemplo, hay zonas del país donde la gente simplemente no
consigue ningún empleo, no lo hay, toda actividad productiva en esas zonas es
nula. Esas personas que viven en esos territorios –y que tienen que comer-
deciden tomar una opción para su subsistencia: afiliarse a grupos ilegales
(guerrilla, paramilitares, narcotraficantes, bandas delictivas, etc.)
Si existiera un sueldo mensual para todo el mundo –trabajara o
no-, esas personas –las que viven en esas zonas deprimidas- no tendrían que
laborar en actividades ilegales. Bajaría la criminalidad y el delito
inmediatamente. De otro lado, muchos de los integrantes de esas mismas bandas
se desmovilizarían inmediatamente porque ya no tendrían que matar, robar,
secuestrar, o vender narcóticos para poder comer. Yo estoy seguro que el crimen
bajaría, y no solo me refiero al crimen duro o vulgar (por llamarlo de alguna forma),
sino también al crimen de cuello blanco. ¿Cuántos de esos servidores públicos
corruptos o empleados de empresas privadas deshonestas no se desmovilizarían
porque sabrían que tienen un ingreso fijo? Yo creo que muchos, bastantes.
Es cierto, la vida es un constante dar y recibir, y si usted
no da no recibe. Sin embargo, la cultura del trabajo debería incentivarse no
como un medio de subsistencia sino como un aliciente para el perfeccionamiento
mental, espiritual y psicológico. No debería castigarse al vago, porque muchas
veces el vago es vago no por opción sino por necesidad o por falta de
oportunidades de trabajo. Muchas personas en nuestras sociedades no comen y eso
redunda en abastecer a las organizaciones delictivas, terroristas o criminales.
Esas organizaciones viven del hambre de otros. Por lo tanto, si se acaba el
hambre se acaba el crimen, de eso estoy completamente seguro.
Creo que una sociedad en donde todos coman, tenga ropa y
techo, es una sociedad con cero delitos. Ya lo están demostrando los países
escandinavos, donde el “Estado de bienestar” es muy grande y por lo tanto allá
se están cerrando los centros de reclusión para criminales, porque no los hay,
¿y por qué no hay delincuentes? Porque todo el mundo tiene para comer, para
vestirse, para educarse, para curar sus enfermedades, para vivir debajo de un
techo.
Como ya lo he pregonado millones de veces: en una sociedad
con cooperación ilimitada también hay prosperidad infinita. Piénsenlo,
piénsenlo.
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