Sí, el hombre llegó a un
cometa, a través de una sonda enviada al espacio. ¡Qué logro para la ciencia!
¡Qué avance tan admirable! ¡Qué desperdicio de dinero!
Los avances tecnológicos le han
procurado una existencia más amable y placentera al hombre, sin embargo, muchos
de esos supuestos avances tecnológicos no sirven para nada, salvo para agrandar
el ego de sus artífices.
La realidad de nuestro planeta –La
Tierra- no es como para sentirse orgulloso: guerras, pobreza, hambre, terrorismo,
injusticias, explotación, etc; esta realidad es inequívoca, dolorosa para
millones de seres humanos que sufren a causa de estos fenómenos, sin embargo,
quienes detentan al poder parecen indolentes frente a estas aberraciones.
La ciencia, la tecnología, les
han salvado la vida a innumerables seres a lo largo de la historia; los avances
en campos como la medicina son invaluables a la hora de medir sus positivos
resultados. Pero, también es cierto que muchos avances tecnológicos se llevan a
cabo para satisfacer una ética científica basada exclusivamente en inventar por
inventar.
Así es, inventar por inventar,
para mantener una comunidad científica y tecnológica que vive de crear
cachivaches, muchos de ellos sin ninguna utilidad adicional, e incluso que
generan más problemas que cuando no existían.
La conquista del espacio es
necesaria para salvar a la humanidad del futuro, cuando nuestro amado planeta
ya no dé para más. Esa exploración espacial debe llevarse a cabo teniendo en
cuenta que los mayores problemas del hombre no están en el espacio, en
meteoritos, en lunas, en asteroides, en cometas, no, los problemas están aquí
en la Tierra, fruto de la indolencia, de la falta de cooperación, de la falta
de valores positivos de muchos seres humanos. El espacio no tiene la culpa de
nuestra falta de sentido común a la hora de habitar esta nave espacial.
Si queremos resolver los
problemas domésticos, los de aquí, los de la Tierra, empecemos por fomentar el
respeto a la vida, el respeto a los demás, la tolerancia, la cooperación, el
humanismo, el animalismo, la conciencia ambiental. Antes de mandar sondas a los
cometas, a los asteroides, a los meteoritos, y gastarnos millones de dólares –o
de euros, o de yuanes- debemos gastarnos esa plata en los millones de seres
humanos que no tienen para comer cada día –casi ochocientos según la FAO-.
El problema de nuestra especie
es que todavía no hemos aprendido a convivir entre nosotros, somos unos
salvajes. Sin embargo, a pesar de ese salvajismo, seguimos invirtiendo recursos
y tiempo en estupideces, en pendejadas. Mandar una sonda a un cometa es una de
esas pendejadas, estupideces, que no sirve para nada, salvo para que unos
cuantos científicos demuestren que son inteligentísimos, y que algunas
potencias exhiban su músculo financiero y tecnológico para apabullar a los
demás y decir: “Aquí estamos”.
No le veo ningún romanticismo a
esta proeza inocua, porque sí que es bien inocua: no se encontró vida, ni
rastro de potencia de vida (era obvio, porque el cometa es una piedra que va a
toda velocidad quemando una serie de materiales debido a la energía cinética
que produce su trayectoria). Ya se sabía que en el cometa no se iba a encontrar
nada, nadita de nada, únicamente mostrar que el hombre es capaz de poner una
carcacha allí.
La existencia del hombre está
en peligro por sí misma, por su errado sistema de convivencia, y creo que la
gran proeza de poner una sonda en un cometa ratifica esta hipótesis: nos
gastamos la plata en banalidades, en estupideces; los ricos no saben qué hacer
con la plata porque gastarla en los pobres les parece “inocuo”. ¡Imagínense!
Dar de comer a un pobre les parece una bobada a muchos, pero colocar una
chatarra que solo sirvió un día les parece “increíble”. Ahí está el problema de
nuestra especie, en nuestras prioridades, en nuestra falta de valores, en
nuestra estupidez.
Invertir en tecnología útil es
urgente, necesario; pero cuando esas políticas en avances en ciencias se
realizan siguiendo criterios inmorales y faltos de ética el problema es
alarmante. La ciencia no tiene la culpa, la ciencia es un instrumento neutro
que es utilizada para el bien o para el mal según el que la utilice. Lamento
decir que muchos científicos saben mucho de ciencia pero no de humanidad.
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