Francisco
Bermúdez Guerra
No soy vegetariano, respeto a
los que lo son. Sin embargo, cuando era pequeño no me gustaba comer carne hasta
que un médico endocrinólogo me obligó a comerla para poder crecer. “¿Ha visto
usted a algún león que coma pasto? ¡No, ellos comen carne!” me dijo un día.
El vegetarianismo es una forma
de vida basada en la creencia de la inmoralidad de comer carne animal (y humana
sobra decir). Pero, no solo se deja de comer carne por razones morales, también
por razones de salud. Según dicen, es mucho más saludable la dieta basada en
comer vegetales.
Algún día toda la humanidad
será vegetariana; hoy en día no se puede acudir a esta alimentación de forma
unánime por varias razones. La primera, es que es más cara la dieta vegetal. La
segunda, por el tipo de sociedad que todavía es la especie de los hombres.
Comer carne es todavía más
barato, desafortunadamente. El estado general de la economía mundial no permite
que la dieta general de los habitantes del globo terráqueo sea vegetariana. Los
tratados de libre comercio han generado un monopolio en la producción de
alimentos derivados del suelo (por así decirlo). Las potencias que subsidian al
agro se han convertido en las directoras del mercado general de esos alimentos,
imponiendo precios, mercados, estándares de calidad, restricciones ambientales
y al comercio de estos en general. Países eminentemente agrícolas como Colombia
–por ejemplo- se han visto afectados por estos tratados y ahora están
importando trigo, arroz, maíz, etc.
Para mucha gente pobre en el mundo
solo hay una vía: comer carne. Cuando la situación mundial se transforme,
pasando a un sistema de convivencia humana basado en la cooperación, y se acabe
con la pobreza, se podrá imponer una dieta vegetariana. Esto desde un ámbito
económico. De otro lado, la dieta carnívora todavía está presente en la humanidad
por otras razones; razones de tipo psicológico y mental, llamémoslo así. El
atavismo genético nos ha hecho ser una especie carnívora, pasar al
vegetarianismo implica dar un salto evolutivo en nuestra forma de relacionarnos
con el entorno y la naturaleza. Eso es gradual aunque muchos ya lo están
haciendo. Por ejemplo, el budismo es vegetariano desde hace muchos años; les
recomienda a sus miembros esta dieta por razones morales y espirituales muy
ligadas a la idea de la reencarnación, como los hindúes.
Por lo tanto, hay varios
obstáculos para que toda la humanidad sea vegetariana. Limitaciones económicas,
mentales, sociales, psicológicas, etc. Otro obstáculo para el vegetarianismo es
el cultural. Las denominadas corridas de toros, donde en un escenario macabro
se tortura en público a un animal y después se sacrifica con la anuencia y la algarabía
de asistentes (muchos de ellos en estado de alicoramiento). Las corridas de
toros, una derivación degenerada de los antiguos misterios de Mitra, se
presentan como una tradición respetable. Sin embargo, una cosa es ser carnívoro
y otra muy distinta cohonestar con este espectáculo grotesco.
Una de las razones para que las
personas se vuelvan vegetarianas es el respeto a los animales. No consumen
carne animal porque eso implica asesinar a estos seres por motivos egoístas.
Lamentablemente, y como ya lo dije, en el presente hay varios impedimentos para
desterrar la dieta carnívora. El ideal, es cierto, es el vegetarianismo. Y
vuelvo a repetirlo, cuando desterremos la pobreza en el mundo y los vegetales
sean producidos de manera “no monopólica” podremos pensar en cambiar unánimemente
nuestra dieta. También tenemos que generar un cambio de conciencia en la
sociedad, pasando de un estado de violencia y competición, a un estado de paz y
cooperación. Eso requiere un cambio mental severo; cuando lo hayamos hecho, comer
carne ya no será tan atractivo.
Hoy, muchas personas que se han
liberado de enfermedades graves –como el cáncer- afirman que lo hicieron
volviéndose vegetarianas. Muchas de esas personas gozan de ingresos económicos
aceptables que les permite asumir ese ritmo de vida. Para los pobres, el
consumo de carne sigue siendo una necesidad, es por esto que si queremos
construir una sociedad más saludable también tenemos que cambiar hábitos de
vida, y para hacerlo, tenemos que modificar nuestro sistema de convivencia
humana basado en la dominación, el miedo, la explotación, y pasar a un nuevo
sistema de cooperación, prosperidad, y paz. Para que no solo los ricos puedan
ser vegetarianos, sino todos.
Un último comentario referido a
las corridas de toros. Muchos piensan que estar en contra de las corridas de
toros es respaldar también el vegetarianismo. Creo que no, creo que las
corridas de toros son inmorales por razones que ya he expuesto en otros
escritos; son un irrespeto para con los animales y para con los mismos humanos.
Es verdad, en la dieta carnívora se debe sacrificar animales, pero esto se hace
por necesidad y sin volverlo una fiesta de esnobs. Los judíos, por ejemplo,
sacrifican animales con respeto y en una ceremonia muy sencilla, pero solemne.
Las corridas de toros son todo lo contrario: licor, sangre, gritos, esnobismo,
tortura sin necesidad, una barbaridad completa.
Apostémosle al vegetarianismo
no solo como una forma de reemplazar comida, sino como una forma de cambiar y
transformar la civilización humana.
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