Desde las épocas del
colegio me llaman “Pachito”, debido a mi nombre: Francisco. No me molesta, me
parece tierno, y hasta juguetón; no me disminuye, ya que sé cuáles son mis
atributos… sin comentarios.
A Pachito le dio por
estudiar derecho y convertirse en abogado. Después a Pachito le dio por
escribir blogs, cuentos, y hasta novelas. “Pachito se volvió loco”, “Pachito
debería trabajar en un banco o en una empresa que fabrique tornillos”, etc,
etc; esto es lo que piensa la mayoría de la gente de mí (la que me conoce, por
lo menos), pienso yo.
Sí muchachos a Pachito
le dio por escribir, y no por capricho, sino por convicción; porque Pachito se
cansó de vivir de acuerdo a los parámetros que imponen los demás, porque
Pachito goza escribiendo, así lo haga bien, regular, mal, o pésimo, a él no le
importa.
Y Pachito seguirá
escribiendo, hasta cuando pueda, porque la vida es más fuerte y más poderosa
que sus manifestaciones individuales. Yo – o sea Pachito- reconozco que el Universo
es más que mi incipiente ego. Ese ego que disfruta de los placeres, de la
comodidad, de la seguridad, de los elogios, de los triunfos, y que sufre con
las dificultades, los obstáculos, los problemas. Ese ego es falso, porque es
efímero, es temporal, es transitorio; después del ego solo queda la existencia,
que no tiene principio, ni fin. A la existencia no le interesa que Pachito
piense que él es un verraco, o un duro, o un superhombre; no, para la
existencia todas sus partes son iguales, no hay mejores ni peores, ¿y entonces?
¿Por qué no escojo ser feliz? ¿Por qué no tomo la decisión de fluir con la
vida, y estar en armonía con ella? Por el ego, por esa falsa imagen social que nos
trata de imponer el mundo. La sociedad no quiere que seas feliz, quiere que tú
hagas lo que te imponga ella, así te haga feliz o no. Eso es una estupidez, y Pachito
no está dispuesto a alcahuetear esa pendejada.
¿Por qué la gente no se
dedica a ser feliz? Por miedo; no son capaces de asumir la responsabilidad de su
propia vida, y por lo tanto hacen lo que los demás les imponen: el camino
fácil. Pachito sigue el camino difícil, en el que no hay comodidad, ni placer,
ni elogios, pero que da felicidad. Por eso escribe, por eso hace lo que le
gusta. El camino fácil lo escoge el noventa y nueve por ciento de la gente; el difícil,
solo el uno por ciento. Ese uno por ciento, está constituido por los locos, por
los desquiciados, por los parias de la sociedad, por los que la sociedad aparta
por inadaptados, por querer ser felices al margen de los convencionalismos
sociales. Esos parias siempre han existido, y algunos han sido famosos. Pachito
no ha escogido ser un paria, pero sí ha escogido ser feliz, a pesar de lo que
digan sus familiares, sus conocidos, y hasta sus desconocidos.
Alguien, alguna vez
escribió en uno de sus blogs (en los de Pachito, o sea yo): “Dedíquese a la
profesión que le pagaron, esas novelas suyas son una porquería, ninguna
editorial le va a pagar lo que usted quiere, no sea iluso” (palabras más,
palabras menos, ya ni me acuerdo bien). Pues bueno, aquí va la respuesta a ese
comentario: 1. Yo me dedico a la abogacía, incluso doy clases de derecho y
hasta llevo litigios; 2. Mis novelas no son una porquería, porque yo gocé escribiéndolas,
y si yo gocé escribiéndolas, pues no creo que sean tan malas; ahora bien, para
decir que son TODAS, una porquería, y para hacerlo es porque las leyó TODAS,
entonces ese, que me hizo ese comentario es un gran fan mío, porque se ha leído
TODAS mis novelas, ¡felicitaciones!; 3. Estoy seguro que en las editoriales trabaja
gente inteligente, capaz, y con talento; y si tienen más de dos dedos de
frente, me pagarán algún día lo que yo merezco por mi trabajo; es así de
sencillo.
Conclusión: Pachito
seguirá trabajando en lo que le gusta, y no en lo que la gente quiere que
trabaje, ¿está bien? Ya escogí el camino difícil, y es bien difícil, ni se imaginan,
pero este camino da una satisfacción que no conocen los facilistas que abordan la vida
como un tobogán para pendejos.
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