Así reza un refrán popular
que guarda la siguiente connotación: no se meta a hacer lo que no sabe. Desde
la antigüedad, la especialización en las profesiones y en los oficios es la
base de la experticia para llevar a cabo una labor de calidad.
En la Edad Media esta
especialización era garantizada por los denominados gremios profesionales que
agrupaban a las personas que realizaban un mismo oficio. Los gremios aseguraban
que quienes hicieran parte de estos llevaran a cabo una labor digna y buena.
Con la llegada de la Era
Moderna y del capitalismo industrial las cosas cambiaron. Los gremios
profesionales se convirtieron en asociaciones que defienden los derechos
laborales de sus agremiados ante el Estado, y en la mayoría de los casos –aunque
no en todos- en sociedades destinadas al esparcimiento y a la diversión de los
afiliados.
Hoy en día, los
profesionales se forman en universidades y en centros de capacitación técnica.
El prestigio de esos profesionales descansa en gran medida en el prestigio que
tenga el alma máter de donde obtuvieron el diploma, y sobre su desempeño
profesional.
Sin embargo, no quiero
hablar sobre eso exactamente, quiero hablar sobre el perfil que necesitan tener
ciertos cargos de responsabilidad. Es usual escuchar por estos días: “Se
necesita un gerente en ese puesto”, sea cual sea el puesto; como si los
gerentes con una varita mágica pudieran resolver todos los problemas del cargo
en el que se desempeñan.
“Se necesita un gerente
para la presidencia de la República” dicen unos, “se necesita un gerente en la
alcaldía” afirman otros, “se necesita un gerente en la rectoría” aducen por
ahí. Mejor dicho, para todo se necesita un gerente. Para todos los cargos de
dirección el perfil que se busca es el de gerente.
Esto tiene que ver con lo
que dije al principio: “Zapatero a tus zapatos”. Si se busca un presidente de
la República, pues el perfil que se debe buscar es el de presidente de la
República. Si se busca un alcalde, pues el perfil que se debe buscar es el de
alcalde. Si se busca un rector, pues el perfil que se debe buscar es el de
rector.
Mucha gente cree que por el
simple hecho de poner a un gerente, todo se arregla. Los gerentes –y no estoy
hablando mal de ellos- son personas que se preparan para mandar dentro de una
empresa. Hay muchos tipos de gerentes, los hay especializados en finanzas,
otros en marketing, otros en ventas, otros en asuntos técnicos especializados,
e incluso, otros en temas jurídicos. Hay gerentes para todo, sin embargo,
cuando el cargo requiera de un gerente pues se debe buscar un gerente. Pero,
cuando el cargo sea para otra cosa, se debe encontrar otra cosa.
Si está vacante el cargo de
rector en una universidad, debe llenarse la vacante con una persona que tenga
el perfil de rector, y no con el de gerente. Muchos preguntarán: ¿Por qué no se
llena la vacante de rector con un gerente? Porque no se necesita un gerente, se
necesita un rector. Lo mismo pasa con otros cargos como el de presidente de la
República, o con el de alcalde, o con el de congresista, o con el que sea.
Un gerente es un gerente,
un rector es un rector, y un presidente de la República es un presidente de la
República. Zapatero a tus zapatos. Otros advertirán: ¿Pero si un rector no es
más que un gerente general de un colegio o de una universidad? Yo respondo rotundamente
que no, el problema no es solo de nombre, es una cuestión de fondo.
Las universidades, por
ejemplo, son manejadas por rectores, y no por gerentes generales, ¿por qué?
Porque un rector no es solo un director, o un administrador, es un educador que
debe guiar a sus estudiantes, y esa labor no es solo gerencial o administrativa
es una labor formativa y pedagógica. Un gerente, en cambio, solo tiene
cualidades de liderazgo, de manejo, pero carece del perfil o del rol para
desempeñarse como un formador o como un maestro. Un rector es un maestro, es el
primero de los maestros de su universidad o de su colegio, y por eso se llama
rector.
Un presidente de la
República no es el gerente del Estado. ¿Por qué? Porque su labor no es solo
administrativa o de dirección; el presidente de la República, como su nombre lo
indica también es la cabeza de una democracia, de un Estado, y como tal su
cargo representa la majestad del ente político. El presidente de la República
no es solo un director, o un jefe, también es un símbolo, también es un
cacique, también es un estadista. Un presidente, de cierta forma es un guía
moral y espiritual de una Nación, por lo tanto sus responsabilidades no solo
deben estar basadas en conocimientos administrativos o gerenciales; el
presidente de la República es el Padre de la Nación, y eso va más allá de ser
un gerente.
Zapatero a tus zapatos,
dice el refrán, yo creo que esto debe aplicarse hoy más que nunca, cuando se
necesitan presidentes de la República, alcaldes, rectores, abogados, médicos,
ingenieros, escritores, actores, poetas, y no solo… gerentes, que son
necesarios –obviamente- pero para empleos donde debe haber gerentes.
¿Entendieron esta columna?
Ojalá.
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