No estoy en condiciones de
dar cátedra sobre este tema; los periodistas me merecen el mayor de los
respetos. Creo que es una profesión -aunque la Corte Constitucional de Colombia
la ha calificado como oficio- que debe tener un lugar preponderante en el
funcionamiento de la sociedad.
Por cosas de la vida,
aficiones, caprichos, he tenido que ejercer el periodismo, por allá alguna vez
en la universidad fui director de una revista jurídica, y desde hace varios
años publico estos blogs tratando de hacer catarsis y de expresar ideas, mas no
de fungir como comunicador o de periodista profesional.
El periodista tiene como
función –pienso yo- informar, comunicar hechos e ideas de interés general al
público, a la sociedad. El periodista ha aprendido durante cinco años –lo que
dura esta carrera en las universidades- a hacer esta comunicación de manera
profesional. Ha aprendido ética, ha aprendido lenguajes escritos, visuales y
auditivos (radiales), y hasta virtuales –por los nuevos mecanismos de
información tecnológicos-. El periodista sabe informar y comunicar de manera experta,
y para eso se forma; por eso creo que las facultades y las escuelas de periodismo
son necesarias para formar buenos periodistas y buenos comunicadores.
Hay personas como yo, que
de forma casual, espontánea o necesaria –tal vez irresponsable- nos hemos
dedicado a emular a los periodistas; hemos tratado de ejercer una profesión
siguiendo los pasos de otros periodistas –expertos, estos sí-, de leer ensayos
y libros sobre esta profesión –u oficio para la Corte Constitucional-, y de
actuar con el sentido común. Los periodistas profesionales ya están preparados
para ejercer su profesión sin tener que caminar a tientas o de ejercer su
profesión siguiendo los pasos de otros periodistas.
Como abogado y periodista
aficionado, o como ser humano simplemente, creo que el periodismo tiene una
misión muy importante en nuestro entorno, en nuestra comunidad: la de informar
con experticia y profesionalismo. Los ciudadanos necesitamos de la información,
de las noticias, de la opinión para hacernos una idea de la realidad, para
saber en qué mundo vivimos, para conocer hacia dónde va nuestra pobre y
agobiada humanidad. Todo con el objetivo de mejorar la realidad que nos ha
tocado vivir.
El periodismo, como toda profesión,
tienes unos códigos de ética que manejan los maestros de esta profesión, los
gurús; ellos saben qué está bien y qué está mal cuando se ejerce esta
actividad. Sin embargo, es lógico que la sociedad, que otras profesiones, o que
simplemente la gente de la calle cuestione ciertas prácticas periodísticas que
están desdibujando el buen nombre de esta importantísima actividad profesional.
Los periodistas trabajan en
medios de comunicación que generalmente son empresas privadas que viven de la
publicidad, de la pauta, de los anuncios. Los medios de comunicación necesitan
recursos económicos para sobrevivir. Sin embargo, muchos medios de comunicación
han desdibujado la profesión de periodista para colocar a estos profesionales a
hacer escándalos, a explotar el morbo, a llamar la atención, todo con el
objetivo de aumentar la audiencia o el rating y tener más pauta publicitaria.
En el capitalismo, donde
todo se vende y todo se compra, las profesiones también son víctimas del
mercantilismo. Sin embargo, esos vientos en contra que soplan en contra de las
buenas prácticas profesionales en todos los campos (el derecho, la medicina, la
ingeniería, etc), deben ser sorteados de la mejor manera posible para no perder
el norte profesional y ético de la profesión que se ejerce. El periodista debe
entender que primero está el interés general y luego el interés particular del
medio de comunicación para el cual trabaja. Debe entender que su profesión u
oficio está destinado a informar con veracidad, con oportunidad, con humanismo,
y con sentido social. El periodista tiene una misión social como la tienen las
otras profesiones; así como el abogado debe buscar la justicia, o el médico
debe sanar a sus pacientes, o el arquitecto construir edificios o casas que no
se caigan, el periodista tiene como misión social mantener informada a la
comunidad donde su medio de comunicación ejerza influencia.
La tentación de escandalizar,
de vender morbo, de gritar, de generar polémica debe atenuarse al momento de
tomar conciencia sobre el trabajo que está realizando el periodista. Los medios
de comunicación deben tomar conciencia también, es cierto que deben vivir de
algo, pero eso no les da patente de corso para hacer lo que se les dé la gana
con la información, hasta el punto de llegar a violar derechos humanos –como el
de la intimidad, o el del buen nombre-, no, los medios de comunicación cumplen
una función social que debe matizarse positiva y constructivamente con su
interés en generar ganancias económicas.
Así debemos vivir en el
capitalismo, matizando nuestras actividades, entre el interés general y el
interés particular. Sin embargo, cuando nuestro único interés al ejercer una
profesión es el de ganar dinero, esa profesión se desdibuja hasta tal punto que
pierde su sentido trascendente. Caemos en una jungla donde todo se puede y todo
se vale; esa jungla lleva a la confrontación, a la violencia, al conflicto.
Cuando cada quien jala para su lado sin pensar en los demás, en el interés
general, la sociedad se corrompe, se destruye, la convivencia se hace
imposible, y vienen los desastres mayores. El periodista no puede perder de
vista su norte profesional, su norte ético, tiene que saber que su profesión es
vital y necesaria, y que si se llega a desviar puede ocasionar grave daños a la
comunidad a la que pertenece.
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