Quiero advertir en primer lugar
que no he leído la trilogía de la escritora E.L James ni tampoco he visto la
película basada en la misma obra literaria. Este escrito no tiene el propósito
de convertirse en una reseña literaria, ni tampoco en una cinematográfica. El
que quiera esto le tocará emigrar a mis otros blogs dedicados a esta clase de
temática.
No, solo quiero hablar sobre lo
que todo el mundo sabe sobre Cincuenta
sombras de Grey, un libro que se ha vendido como pan caliente en todo el
mundo. Su autora es la señora E.L James, escritora británica que empezó creando
esta historia en un blog, y después la volvió novela.
Cincuenta
sombras de Grey –según lo que sabemos- narra la historia de amor
entre una chica recién graduada de la universidad y un joven multimillonario
muy apuesto. La relación entre la chica y el ricachón es descrita con
minuciosidad, hasta tal punto que en la novela se recrean varios apartes subidos
de tono con tinte erótico.
¿Por qué ha sido un éxito este
libro en el mundo entero? Yo creo que por una razón muy sencilla: describe la
fantasía de la mayoría de las mujeres. ¿A cuántas mujeres no les gustaría
conocer un multimillonario joven y apuesto que se enamorara de ellas? Sin entrar
en temas de encuestas puedo apostar que a un ochenta o noventa por ciento les
encantaría. Así de simple, el resto es arandela, sexo y más sexo; a los hombres
y a las mujeres les encanta el sexo, ¿estoy diciendo mentiras? No, rotundamente
no.
Cincuenta
sombras de Grey sería un coctel de fantasías extremo. Hombre
millonario y apuesto (fantasía uno), más enamoramiento (fantasía dos), más placer
sexual sin límites (fantasía tres), ¿resultado? Un bombazo. ¿Tiene esto algo de
malo? No; todo el mundo tiene derecho a fantasear, es algo humano. La fantasía
es una necesidad del hombre para no sentirse tan agobiado por la fría realidad.
Por eso se hacen películas, se escriben novelas, se pintan cuadros, se componen
canciones; para paliar la dureza de la vida.
Las fantasías de Cincuenta sombras de Grey hasta donde
llegan mis informaciones son inofensivas; alguna que otra escena de
sadomasoquismo, pero creo que nada grave (o eso espero). A las mujeres les ha
encantado el libro en el mundo entero; perfecto, está retratando una fantasía
colectiva. No hay que juzgar, “entre gustos no hay disgustos”, el que quiera
leer alta literatura que se vaya a leer a Shakespeare o a Goethe, o a Cervantes
Saavedra.
¿Cuál sería la Cincuenta sombras de Grey para hombres?
Fácil; el paciente con la enfermera, el profesor degenerado con la alumna, el
mensajero con el ama de casa, el jefe con la secretaria. Mejor dicho es la
pornografía que se ve a diario en internet. Esas fantasías no dan ni siquiera
para un cuento corto, ni mucho menos para una novela. Son muy burdas, muy simples.
Esas son fantasías banales, son las fantasías de los hombres; hasta en esto nos
ganan las mujeres, hasta fantaseando son mejores ellas que nosotros.
Las películas como las novelas
de Cincuenta sombras de Grey tendrán
un éxito comercial desmesurado; tanto los hombres como las mujeres verán las
producciones cinematográficas en masa; y todo bien. El cine es fantasía como la
literatura, y si la gente consume el cine y la literatura para satisfacer sus
fantasías inofensivas, pues no le veo problema. El que quiera –y lo repito- ver
alguna obra maestra del séptimo arte, pues que se vaya a ver a González
Iñárritu o a Scorsese. El que quiera leer “con profundidad” que se compre un
libro de Nietzsche o de
Hegel.
Ahora bien, tanto a mujeres
como a hombres también nos atrae el amor; las historias de amor son exitosas
porque todo el mundo se ha enamorado de alguien. Es humano. Cuando se retratan
esas historias en la literatura o en el cine, recordamos esas sensaciones y
satisfacen ese instinto fantasioso de “enamorarse del amor”; si adicionalmente
le agregamos un poco de sexo, damos en el clavo; porque esa mezcla de sexo más
amor, es el ideal; es el verdadero amor platónico.
Cincuenta
sombras de Grey logró dar en el clavo, sacando del clóset lo que
todos sospechábamos sobre las mujeres: que fantasean en grande; que son
geniales hasta en eso.
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