No es necesario que yo defienda esta ciencia,
o arte, o práctica; ella lo hace por sí misma. Es una práctica milenaria que se
remonta a las primeras civilizaciones humanas como la china, la mesopotámica,
la fenicia, la persa, la egipcia, y a las antiguas como la griega y la romana.
¿Por qué digo que no es necesario que yo la
defienda? Es que como todo en Colombia, no faltó el que se metió con este
asunto sin saber de qué hablaba, o de qué se estaba mofando. Un columnista,
exrector de una universidad muy prestigiosa de nuestro país se burló de la
astrología. Para él, la gente que cree en este arte es -palabras más, palabras
menos- ignorante. Incluso espetó con vergüenza en su desatinado escrito: “¡Qué
oso!”
No le resto respetabilidad científica o
académica a este columnista y exrector universitario, para nada; según tengo
entendido, porque no me consta, es una persona muy inteligente, muy culta, muy
seria; pero aquí, en el caso de referirse a la astrología sí la embarró, qué
pena tener que decirlo.
La astrología, como todo, ha sido manoseada,
manipulada y utilizada por inescrupulosos para transmitir un mensaje que no es
el correcto: que es una especie de mecanismo predictivo, que avizora el futuro,
lo cual es falso hasta cierto punto. La astrología tiene unas bases muy
profundas en el análisis y la cosmovisión que hacían esos pueblos antiguos del
cielo, de la esfera celeste. Se dieron cuenta que este, el cielo, mostraba unas
luminarias y le pusieron nombres terrenos a ese conjunto de estrellas y de
luces que veían en el firmamento: las llamaron constelaciones. Así mismo lo
hicieron con los planetas.
Como todo lo que sucedía en la antigüedad, debido
al atraso científico, tecnológico, moral, material y físico, la mayoría de las
teorías que determinaron sobre el espacio y sus relaciones con el hombre fueron
a dar con la emisión de leyendas, cuentos, fábulas, interpretaciones,
narraciones míticas. El misticismo antiguo estaba ligado a la fabulación y a la
creación metafórica, ya que debido al bajo nivel educativo del pueblo en
general los sabios debían transmitir sus enseñanzas a través de parábolas como
lo hizo Jesús de Nazart y muchos otros maestros espirituales. Las verdades
ocultas se transmitían en las llamadas escuelas de misterios u órdenes
iniciáticas, para la gente en general el conocimiento del Universo estaba
velado mediante símbolos como figuras, colores, leyendas, cuentos y
representaciones artísticas.
Los maestros del conocimiento de la antigüedad
–los primeros científicos humanos- velaron este conocimiento a través de representaciones
míticas, y allí vino la astrología, que no es más que eso: un mecanismo de
transmisión de una filosofía, de una sabiduría milenaria. Este conocimiento
solo puede ser interpretado por maestros de esa Tradición Iniciática so pena de
caer en la profanación de esos mismos símbolos. La astrología le da al iniciado
una visión del mundo, de la vida, del Universo, una visión que representaron
los primeros científicos mediante símbolos.
Para el inteligentísimo exrector, que supuestamente
también es científico, porque si lo fuera de verdad sabría que en la antigüedad
los primeros hombres que se dedicaron a la búsqueda de la Verdad crearon mitos
para transmitir esas verdades que encontraban en la reflexión, en la
meditación, en la observación de la naturaleza. La misma mitología griega y romana
no es más que la aplicación de las ideas psicológicas del comportamiento humano
explicadas mediante cuentos metafóricos, utilizando dioses, semidioses,
monstruos, animales imaginarios y especímenes fantasiosos.
Este notable académico que se burló de la
astrología debería saber que sus antecesores en la ciencia utilizaron la astrología
para enseñar la verdad filosófica de la vida. Obviamente como el conocimiento
contemporáneo está fragmentado por motivos económicos y de explotación, es
obvio y natural que los pensadores de hoy se burlen de esa relación entre la
religión, la psicología, la astronomía, la matemática, la literatura y las
artes en general. En la antigüedad no existía esa fragmentación tan categórica
en el conocimiento.
Este exrector al burlarse de la astrología lo
único que hizo fue confesar su ignorancia. Porque como dice el dicho:”la
ignorancia es atrevida”.
Hoy en día, todo lo que no puede ser explicado
de manera racional es irracional, es tonto, es cursi, es ridículo. Ahí cae todo
lo humano, mejor dicho todo lo verdaderamente humano, porque el hombre en su
esfera esencial es misterioso, es inescrutable, es ilógico, es paradojal. Qué
ignorancia la de nuestros científicos contemporáneos, tienen doctorados,
maestrías y estudios especializados pero desconocen una verdad simple: que no
se puede conocer la vida totalmente, porque en su totalidad la vida es
contradictoria y eso está más allá de la lógica profana, de la lógica racional,
de la lógica vulgar.
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