Multimillonarios


La organización Oxfam reveló un informe sobre este tema, sobre la desigualdad económica en el mundo. Según este, solo ocho personas tienen el equivalente a los recursos que ostentan las 3.600 millones de personas más pobres del planeta.

Entre los multimillonarios que cita Oxfam se encuentran Bill Gates, Amancio Ortega, Warren Buffett, Carlos Slim, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Larry Ellison y Michael Bloomberg. Los ocho hombres más ricos del mundo, por lo menos desde el punto de vista individual, ya que hay familias completas que sumadas todas las fortunas de sus componentes duplican, triplican o cuadriplican lo que tienen estos señores.

Es importante decir que Bill Gates es el hombre más rico de la Tierra pero que también es la persona que más dinero regala en el planeta a través de su fundación Bill and Melinda Gates Foundation. Los otros señores también practican la filantropía aunque sus obras tienen menos publicidad. Este es el caso de Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook , que a través de la organización Internet.org está tratando de llevar esta tecnología gratis a personas que no tienen acceso a ella.

Ser rico no tiene nada de malo, y la pobreza no es una virtud en sí misma. Bien por ellos, tienen dinero, y lo disfrutan, viven muy placenteramente, y no hay problema con eso. Por lo menos, no conmigo. Yo creo que el punto en discusión son los 3.600 millones de personas que están pobres, y los 790 millones de personas que no tienen para comer. Ahí sí tengo un dilema moral.

Supuestamente vivimos en un mundo avanzado, moderno (¿o postmoderno?), donde los avances tecnológicos nos dejan con la boca abierta: hemos puesto un pie en la Luna, hemos mandado sondas incluso a Plutón, hay vacunas contra mil y una enfermedades, los aviones –en muchos casos- viajan a una velocidad más rápida que el sonido, nos podemos comunicar con el otro lado del mundo con solo apretar un botón en un teclado, etc, etc. Sin embargo, no hemos resuelto el tema de la pobreza, y sobre todo, el de la pobreza extrema.

Alguien me decía que la pobreza era un tema de ambición, de falta de iniciativa, de falta de ganas, de avaricia. Tal vez sí, puede ser, pero no en todos los casos. Voy a poner un ejemplo muy concreto, y es el caso colombiano de la ciudad costera de Buenaventura.

Allí, en esa ciudad hay unos índices de violencia terribles, de sicariato, de narcotráfico, de contrabando, de guerrilla, de paramilitares, de bacrim (organizaciones criminales). El tema se ha desbordado en los últimos años cuando las autoridades encontraron casas dedicadas exclusivamente a desmembrar personas, las denominadas “casa de pique”. Mejor dicho, el hampa y la violencia se tomaron a esa ciudad de la Costa Pacífica.

¿Cuál es el principal problema de Buenaventura, fuera de la violencia? La respuesta es clara: la pobreza. Si bien es cierto la falta de educación, la falta de valores, la falta de justicia generan pobreza, también es verdad que al no encontrar medios o mecanismos para progresar llevan a la gente a caer en el delito, en la violencia, en el hampa.

Lo que pasa en Buenaventura es como un círculo vicioso: no hay empleo para la gente porque las empresas se van de allí, no quieren que sus empleados se muevan en un ambiente tan hostil, y al no haber empresas pues no hay empleo, y por lo tanto hay pobreza, al haber tanta pobreza la gente se dedica a lo que primero caiga, y allí llegan los delincuentes, a proponerles negocios raros, todos dedicados a la muerte, al robo, a la perversión.

El Gobierno ha tratado de solucionar el problema de manera policial, mandando más efectivos a la ciudad, militarizando el lugar; pero eso no basta, porque la causa principal de todo aquello es la pobreza, la falta de inversión pública y privada, la falta de educación, de oportunidades, de trabajo legal.  

La pobreza no solo se debe a la falta de ánimo, de ganas, o a la pereza. La pobreza a veces es endémica en muchos lugares donde el modelo de desarrollo económico es equivocado. Creo que a Buenaventura le faltan muchas cosas, y la principal es inversión. Que el Gobierno invierta no solo en policías y soldados sino también en progreso, en desarrollo social, en escuelas, en colegios, en universidades, en obras públicas, en hospitales, en teatros, en recreación, en museos, en deportes, etc, etc. También es cierto que la empresa privada debe invertir más en Buenaventura, sin embargo, desafortunadamente el sector privado obra de acuerdo a la “racionalidad económica”, esto es, solo invierten donde es más plausible obtener ganancias, y para desgracia de Buenaventura, esa ciudad es un hervidero de miseria, pobreza e inseguridad para mucha gente. El sector privado no se arriesga a tanto. Como ya dije, es un círculo vicioso.

En gran parte, el tema de la pobreza no es tanto que los ricos no den de lo que tienen como que los pobres no entiendan que también tienen que dar. La pobreza es un tema de falta de actitud hacia la vida, porque no hay cosa peor que creer que uno es pobre en esencia, per se, y que jamás va a poder dar nada a nadie. Para ello, es necesario modificar el modelo de desarrollo económico, porque este simplemente está creando un tema de acumulación de riqueza en unas pocas manos para desgracia de la mayoría. Si seguimos auspiciando un modelo de capitalismo salvaje las cifras de desigualdad social seguirán aumentando. El cooperativismo, la cooperación, el modelo de la Nueva Humanidad es el que va a resolver el tema de la pobreza, para que más gente viva menos en la miseria, en la violencia, en la enfermedad, en el analfabetismo, en el hambre, en la indigencia,  en el desempleo. Tenemos que modificar el modelo para que más gente tenga más dinero y puedan vivir mejor. No es un tema de darwinismo social o de disminuir la población a las malas, es un asunto de actitud de colaboración; tal como se lo están planteando en la India bajo el modelo de cooperación que están implementando en varios pueblos de ese país.

Que los ricos sean ricos no es el problema, lo preocupante son los que viven en la miseria. Las soluciones del libre mercado, del laissez faire-laissez passer ya están caducas; tenemos que emplear la creatividad, la audacia, la fe, la humanidad, para acabar con el tema que agobia al mundo: la pobreza.

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