Monsieur Jeangros


Cuando estudiaba en el colegio Réfous él nos contó una anécdota de cuando recién había llegado a Colombia. Le habían ofrecido queso con bocadillo; Monsieur se sintió un poco aturdido y nos confesó que se había dicho a sí mismo: “¡Qué gente tan sucia, revuelven sal y azúcar!”, resulta que a pesar de su primera sensación de desagrado él decidió probarlos y como una especie de epifanía gastronómica el sabor del queso y del bocadillo le encantaron. Según Monsieur, con el paso de los años no había dejado de comer con gusto este postre.

Ayer 11 de octubre de 2016 recibimos la infausta noticia de su fallecimiento en una clínica del Norte de Bogotá. Según datos –no confirmados- Roland Jeangros el mítico rector del colegio Réfous contaba con noventa y cuatro años. Había llegado muy joven proveniente de su natal Suiza, y después de vivir un tiempo en Colombia decidió quedarse para fundar un colegio de primaria y de bachillerato.

Era aficionado a las matemáticas, a la música clásica, y a las artes en general; pero sobre todo era un pedagogo, un maestro. Yo tuve la fortuna de ser alumno de él y de vivir los tiempos del Réfous bajo su dirección, bajo su rectoría (los cuales habían sido todos, desde su fundación). Monsieur Jeangros era una figura muy paradojal, enigmática y excéntrica a ratos, era absolutamente disciplinado, estricto, riguroso y hasta cascarrabias, aunque siempre tenía algún apunte chistoso o sarcástico que ayudaba a relajar el ambiente que él creaba en sus clases o en las reuniones que presidía.

Esa anécdota, la del queso con bocadillo explicaba su amor por Colombia, en gran parte porque este país reflejaba su alma compuesta de extremos emocionales que se conciliaban entre sí. Jeangros era serio y adusto, sin embargo, no perdía ocasión de hacer algún chiste o de emitir alguna crítica con un toque de humor. Su obsesión por las matemáticas la conocemos todos los refousianos; en el Colegio hay un salón especial que se denomina: “De matemáticas”, y las materias relacionadas con esta área del conocimiento están bautizadas con unos nombres diferentes a los usuales: MM1, MM2, MM3, MM7 y MM8. Cuando salí del Réfous me puse en la tarea de encontrar la equivalencia de estas. MM1 equivalía a  la aritmética, MM2 al álgebra, MM3 a la geometría, MM7 a la trigonometría y MM8 al cálculo, según mis pesquisas (que podrían estar erradas), eso sin nombrar los “minicomputadores” y las regletas.  

La música clásica era otra de las áreas de su predilección. Sus clases siempre empezaban con el sonido de algunos acordes preliminares de una sinfonía,  de una tonada, de una canción o de una ópera, y enseguida venía la pregunta de Monsieur: “¿Comentarios?”, y si ninguno de los alumnos levantaba la mano para pronunciarse de alguna manera, él replicaba: “¡Todos me miran con cara de vacunos!”. Ese era el ritual en las clases de Monsieur, a algunos les repugnaba, les tensionaba, pero a mí –íntimamente- me encantaba.

Jeangros vivía en Colombia cómodamente pero era obvio que había cosas que le molestaban sobremanera, una de ellas, la sobreactuación de los cachacos en su trato cotidiano, posiblemente también su hipocresía y su esnobismo. Al rector del Réfous le repugnaba cuando alguien empezaba una frase: “Pues”, ya que él replicaba: “Pues, ala qué te dijera”, haciendo broma de la respuesta del interlocutor. En un país tan caótico como el nuestro, la rigurosidad y la disciplina de Monsieur eran como bichos raros.

El escritor Mario Mendoza en uno de sus ensayos sobre Jeangros aseguraba que el Réfous le había dado las suficientes herramientas para afrontar los problemas de la vida, que el Réfous lo había entrenado para hacerle frente a las dificultades. Estoy de acuerdo con Mendoza, toda esa disciplina del Réfous me ha servido para sobrellevar muchos de los pesos de la existencia, para no dejarse de los tormentos de vivir, ya que en últimas, eso es el universo material: un reto, y eso también fue el Réfous para mí: un reto.

Gracias Monsieur Jeangros por sus enseñanzas, por su ejemplo, por su tenacidad, por su amor por Colombia. A sus hijos y familiares mis condolencias. A sus exalumnos un abrazo.  


Pd: Escribo Réfous con tilde porque el colegio recibe su nombre de la Torre Réfous en Porrentruy (Suiza). Escrito el nombre originalmente así, con tilde en la “e” inclinada hacia la derecha. 

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