¿Es
libre realmente el ser humano? ¿Qué es la libertad? No basta con acudir al
diccionario y leer el significado literal de esta palabra, porque sus
implicaciones subjetivas van más allá de cualquier connotación lingüística.
El
anhelo de todo hombre es ser libre, aunque crea que ya lo es. Quiere ser libre
de la pobreza, de la miseria, de la enfermedad, del error, de los instintos, de
otras personas, de la sociedad, de sí mismo.
La
libertad es una idea que nos llena de esperanza, que nos incita a trabajar para
alcanzarla algún día. Se presenta en el horizonte, muy atractiva ella, pero
siempre en nuestra alma y en nuestra mente queda la sensación de que ella no es
más que una quimera.
Cuando
nos enseñan en el colegio que los próceres de la independencia y que los padres
fundadores de nuestra patria lucharon por la libertad, ¿a qué ser referían? ¿A
que nos estaban haciendo libres de verdad? ¿O simplemente nos independizaban de
otros imperios, de otros gobiernos, de otros Estados? Yo creo que sí, creo que
lo que se alcanzó allí en el caso de América no fue la libertad como tal sino
simplemente una independencia, una autonomía, que probablemente llevaría a que
los ciudadanos de los nuevos Estados fueran “más libres”.
Nos
gusta hablar acerca de la libertad, nos gusta afirmar que somos libres e
independientes, nos gusta luchar por la libertad, ¿pero es eso cierto? No es
verdad que también gozamos de manera masoquista de la dependencia de algo o de
alguien? Cuando nuestros padres velaban por nosotros integralmente, ¿no
sentimos nostalgia y añoranza por esas épocas? Cuando el Estado nos regula, nos
controla, ¿no nos sentimos más seguros? ¿Más tranquilos? ¿Es la libertad plena,
plena garantía de felicidad?
Sí, la
libertad es una promesa atractiva pero que nos causa miedo. Nos enfrenta a un
dilema: ser libres, o ser felices. ¿Por qué? ¿Luego la libertad no brinda felicidad para el que la posé?
¡Desde luego! Pero siempre dudamos de que la verdadera libertad nos dé
felicidad.
De
cierta forma, ser un poco dependientes, esclavos, subalternos, nos entre algún
apaciguamiento, algún bálsamo. La gente totalmente libre no existe como tal,
son personas que solo viven en mundos imaginarios, ¿será esto cierto? ¿Algún
día el ser humano podrá ser totalmente libre?
Los
anarquistas prometen que sí, cuando no haya leyes, cuando no haya Estado,
cuando no haya regulaciones; pero ellos se equivocan. El hombre no es libre o
esclavo por la forma en que vive sino cómo vive. El hombre es libre en su
mente, en su corazón y no en su ciudadanía, en su posición en la sociedad.
Mientras viva en un mundo material siempre dependerá de algo, de la comida, de
la supervivencia, del hogar, de los padres, del sexo, del medio ambiente, de
los animales, de otros hombres.
En
economía, más libertad reclaman los capitalistas; en el socialismo, la libertad
está limitada so pretexto de conceder mejor bienestar material. Pero, en ambos
sistemas la libertad no es plena. Para el pobre, en el capitalismo, no hay
libertad plena, así viva en un sistema que proclama a todos gritos la libertad
como su base. El pobre no puede ir a estudiar adonde quiera, no puede comer lo
que quiera, no puede vivir donde quiera, ¿eso es libertad? En el socialismo
nadie tiene libertad, ni siquiera los que mandan. Ellos viven encadenados a su
sistema político burocratizado. Y los ciudadanos en el socialismo ceden parte
de su libertad de elección con el objeto de algunos bienes materiales mínimos
para sobrevivir.
El
capitalismo vende la libertad y el socialismo vende la igualdad. El mercadeo en
ambos sistemas solo queda en eso, en mercadeo. En el capitalismo no hay
libertad plena y en el socialismo no hay igualdad. Ambos sistemas conviven en
la dominación. Son ramas de una misma forma de ver la vida en lo político.
¿El
artista es libre? Lo es cuando desarrolla una expresión de su espíritu y no
cuando expresa algo que está enmarcado por un intercambio comercial. Lo primero
es verdaderamente arte, lo segundo es comercio. El arte es libre por esencia,
como el espíritu humano. Ambos son auténticamente libres. No como el hombre que
se cree libre pero no lo es.
¿Los
delincuentes son libres? ¡Claro que no! ¡Pero si son libres porque infringen
las normas! Yo pregunto entonces: ¿Eso los hace libres? Probablemente sin estar
en la cárcel son más esclavos y serviles que quienes siguen las reglas. Los
delincuentes son subalternos a veces de su ignorancia, a veces de sus
instintos, a veces de su necesidad, a veces de su avaricia, a veces de su
pobreza, a veces de su estupidez; pero no, no son libres, no son auténticamente
libres.
El
asesino, el ladrón, el estafador, el violador, el secuestrador no es libre,
ninguno de ellos es libre, a pesar de estar contrarrestando las normas y las
directrices de la sociedad que lo limitan en su actuar. El inmoral no es libre
tampoco, mucho menos que el delincuente. El inmoral también es víctima de la
dictadura de su ignorancia, de su estupidez, de sus instintos, de su
imbecilidad.
El
anarquista viola las normas del Estado porque cree que haciendo esto es libre.
Es una falacia, es una ilusión. La libertad no la da el Estado, la da la
naturaleza, la da el espíritu humano. La libertad no es una creación
artificial, no se consigue, no se lucha, simplemente se proclama: ¡Yo soy
libre! Eso lo puede decir el ser humano consciente, el que ya reflexionó lo
suficiente como para poder proclamar esto con autoridad. Quien todavía está
bajo el influjo de la ilusión, de la mentira, de lo aparente, solo puede
proclamar una libertad de papel, la que le dan las leyes de esa entelequia
llamada Estado.
Libre
es ser consciente, es ser reflexivo, es ser sensible a estar en el mundo.
Muchos están en el mundo, pero no están. Viven muertos en vida porque no se dan
cuenta que son libres en esencia, pero viven persiguiendo la libertad
artificial, la que les brinda tener dinero, o poder, o publicidad, o
reconocimiento; ellos no son libres, porque si lo fueran sabrían que nada de lo
que tienen los hace libres de verdad. Solo su ser en esencia es libre, y ellos
no buscan allí, buscan afuera, en el horizonte.
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