La adicción a las telenovelas


Debo confesarlo, cuando era niño veía mucha televisión, ahora también pero menos. La televisión colombiana sólo tenía dos canales, y la oferta no era muy amplia. Conclusión, era inevitable ver telenovelas. “Topacio”, “Lola calamidades”, “Viviana”, “La fiera”, “Los ricos también lloran”, “Café con aroma de mujer”, “Betty la fea”, fueron algunas de las producciones que tuve el placer de ver.

Las telenovelas son historias que se narran por capítulos, por dosis diarias, de tal forma que el espectador quede enganchado a la trama. Muchas veces estas historias pueden durar varios meses, e incluso años. Hace rato no veía telenovelas -como ya lo dije, cuando era niño vi bastantes- pero desde hace algunos años mi gusto por este tipo de programas mermó dramáticamente.

Hoy en día la televisión por cable ofrece una mayor gama de programas. Los documentales, las películas, los informativos, etc, le han ganado a las telenovelas por lo menos en cuanto a mí respecta. El problema es la trama de la mismas que obedece a un patrón monotemático, el rico que se casa con la pobre, o la rica que se casa con el pobre; y durante ochenta o cien capítulos los malos de la historia se interponen en esa relación, con un resultado catastrófico, ya que generalmente el rico se casa con la pobre, o la rica se casa en el pobre, y todos fueron felices.

En Colombia desde hace algunos años las tramas de las telenovelas han variado, ya no hay un romance, o un amor lleno de obstáculos, ahora hay mafiosos, traquetos, y hampones. La televisión colombiana pasó de la historia rosa a la historia roja –porque está llena de sangre y de balas-. La narco-novela se apoderó de las franjas triples A de los canales privados.

Peor aún, ya no se cuenta un inofensivo romance lleno de resentimientos sociales, y de conflictos entre ricos y pobres, ahora se narran las historias y las aventuras de los hampones que han ensangrentado a la sociedad colombiana. Si las primeras historias eran aburridas, las segundas son grotescas. El rating, sin embargo, ha premiado a la narco-novela, y ahora Colombia exporta este tipo de historias a toda Latinoamérica. Hay excepciones, obviamente, los ejemplos de esto son “Café con aroma de mujer” y “Betty la fea”, producciones nacionales que trascendieron el espectro local para llegar a una multitud de países en todo el mundo, con una nueva propuesta: la telenovela humorística o chistosa, casi una comedia.

Volví a la telenovela hace algunos meses. Nunca vi la trilogía de las Marías, que son las historias que protagonizó Thalía hace algunos años. En este caso, me quedé con “Marimar”, la historia de una chica pobre de la costa mexicana que se enamora del hijo de un hacendado. A la pobre le hacen la vida imposible, hasta que ella descubre que es la hija de un millonario y las cosas cambian, la “costeñita” decide vengarse de sus agresores. Una historia sencilla, pero monotemática. Obviamente hay varios ingredientes atractivos en estos programas, el primero de ellos es la protagonista de la historia, ya que Thalía es una mujer hermosa. El segundo, que también hay otras actrices muy bonitas. El tercero, que la historia es muy simple. Y el cuarto, que no hay historias de narcos, ni de traquetos. También estoy viendo otra telenovela colombiana que se pasó hace algún tiempo, llamada “Pura sangre”, aquí la historia es al revés: un pobre que hace venganza de los ricos que le hicieron la vida imposible cuando era niño. La misma trama de “Marimar” pero al revés. También me ha gustado, aparecen actrices hermosas, y sobre todo, no hay narcos ni traquetos.
      
Las telenovelas son una buena opción de entretenimiento, a veces cansan porque tienen la misma estructura narrativa, y porque son muy largas. A este último argumento podemos responder que en Colombia se están exhibiendo telenovelas coreanas que a veces sólo duran un mes y que han tenido mucho éxito, por lo tanto no se necesita alargar una historia seis o siete meses para que sea buena. Las telenovelas, en principio, fueron diseñadas para que las vieran las amas de casa, las mujeres. Después trataron de cautivar el público masculino, y para eso incluyeron en las producciones actrices de pechos voluptuosos, y de lindos rostros. Algunas producciones llegaron a poner modelos en papeles estelares, improvisando como actores. El rating es el que manda en la televisión, y la televisión es principalmente un medio visual, se acude a todo: al humor, a las modelos y a los modelos, al sexo, a las historias de narcos, a las historias de hampones, al morbo, a lo que sea. Las telenovelas han cambiado, ya no son inocentes historias de lucha de clases y de amores imposibles, ahora se acude a cualquier estratagema para cautivar a hombres y mujeres, adultos y jóvenes, incluso niños, porque se inventaron la “telenovela juvenil o infantil” para iniciar a los pequeños como futuros consumidores de estos programas.

Ver telenovelas cuando niño no genera necesariamente un adulto espectador de las mismas, el ejemplo soy yo mismo. Empero, por ahora miraré en que para la trama de “Marimar” y de “Pura sangre”.            

1 comentario:

  1. Cierto mucho de lo que se ha dicho en este artículo, las telenovelas son tan dañinas que las personas que las ven a diario forman adicción, igual a la de una sustancia. Ver muchas telenovelas especialmente las amas de casa, hace que el tiempo de laborar o de sus quehaceres diarios se gaste y tengan problemas familiares por no cumplir con las faenas del hogar. Distancian al resto de la familia ya que el tiempo de atención y el convivir se va perdiendo, además las casas productoras de las telenovelas, vendiendo la publicidad no les interesa estos factores sociales d las personas que las ven y se convierten en adictos de estas.

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